jueves, 21 de noviembre de 2019

Andy Warhol

ANDY WARHOL
BIOGRAFÍA
(Andrew Warhola; Pittsburgh, Estados Unidos, 1928 - Nueva York, 1987) Artista plástico estadounidense que llegó a ser el más conocido representante del pop art, corriente artística en boga durante las décadas de 1950 y 1960 que se inspiró en la cultura de masas. Hijo de emigrantes eslovacos, inició sus estudios de arte en el Instituto Carnegie de Tecnología, entre 1945 y 1949. En este último año, ya establecido en Nueva York, comenzó su carrera como dibujante publicitario para diversas revistas como Vogue, Harper's Bazaar, Seventeen y The New Yorker.
Al mismo tiempo pintó lienzos cuya temática se basaba en algún elemento o imagen del entorno cotidiano, de la publicidad o el cómic. Pronto comenzó a exponer en diversas galerías. Eliminó progresivamente de sus trabajos cualquier rasgo expresionista hasta reducir la obra a una repetición seriada de un elemento popular procedente de la cultura de masas, el mundo del consumo o los medios de comunicación.
Dicha evolución alcanzó su cota máxima de despersonalización en 1962, cuando pasó a utilizar como método de trabajo un proceso mecánico de serigrafía, mediante el cual reproducía sistemáticamente mitos de la sociedad contemporánea y cuyos ejemplos más representativos son las series dedicadas a Marilyn MonroeElvis PresleyElizabeth Taylor o Mao Tse-tung, así como su célebre tratamiento de las latas de sopa Campbell, obras todas ellas realizadas durante la fructífera década de 1960.


El uso de imágenes de difusión masiva, fácilmente reconocibles por todo tipo de públicos, como las ya mencionadas latas de sopa o los botellines de Coca-Cola, se convirtió en uno de los rasgos más interesantes y estables de toda su producción. En otras ocasiones plasmó crudamente situaciones reales, como accidentes, luchas callejeras, funerales o suicidios; dentro de esta temática, Electric chair es una de sus obras más significativas.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/warhol.htm

CARRERA

Warhol mostró un talento artístico precoz y decidió estudiar arte comercial en la escuela de Bellas Artes, quería ser famoso. De hecho se podría decir que nadie estudió tanto el concepto de fama como él. Creador, consumidor, crítico de la fama, este artista empaquetó y vendió la marca Andy Warhol como un producto más de la sociedad de consumo. Y lo hizo tan bien, que los quince minutos de fama a los que tiene derecho todo el mundo, le duraron décadas.
Warhol, bicho raro él. decidió irse a Nueva York y dedicarse al arte, en concreto a la ilustración comercial, con la que se ganba una buena pasta.
EL institucional y sin expresionismo abstracto dominaba la escena artística y Warhol buscaba y quiso un estilo completamente diferente y distinto. Con su experiencia en publicidad, empezó a mostrar productos de consumo de masas como botella de coca-cola, latas de sopa Campbell... y al final, personas que eran productos en sí mismo. como Marilyn, Mao o Elvis.
La reacción de la escena artística fue un terremoto. De pronto, el expresionismo abstracto dejó de existir. Ahora lo moderno era el Pop, con su frescura, humor y superficialidad. Warhol se convirtió en una estrella. Lo conocían en todas las casa de América. Hay que decir que para ello contrató a publicistas, para que su nombre saliera continuamente en la prensa.
Entretanto, refinó su aspecto. Se estaba quedando calvo, así que empezó a llevar sus famosas pelucas. Se rodeó de personajes extravagantes de Nueva York y alquiló un almacén que le sirvió de taller y estaba lleno las 24 horas de adictos a las anfetaminas, transexuales y grupos de rock llevados por el propio Andy Warhol.
A lo largo de su carrera, el artista cultivó el dibujo, la pintura, serigrafía, escultura, música, cine , televisión, moda, performance, teatro, arte, fotografía e incluso arte digital. Warhol fue pues, un hombre del renacimiento en una época culturalmente saturada de elementos. Un visionario sobre que se olió en qué se convertiría el mundo a la larga: en una serie de modas de usar y tirar, subculturas que se vuelven culturas, prensa amarilla sustituyendo a la información y reallity shows sustituyendo a la vida misma.
Andy se gradúa en la Schenley High Acaden School. ocupando el quincuagésimo primer puesto de la clase. Debido a la guerra, a la clase de Warhol se le permite terminar el bachillerato en tres años, en lugar de los cuatro tradicionales. Junto a su foto en el anuario está escrita la frase, tan genuino como una huella digital.
Sus estudios de diseño artístico en el Carnegie of Technology, Institute en donde se recalcaban las enseñanzas del Bauhaus de Walter Gropius y Laszlo Moholy Nagy, mezcla de arte publicitario. En su segundo año de universidad , Andy obtiene un premio por los dibujos hechos en el verano anterior, mientras ayudaba a sus hermanos a vender frutas y verduras desde un camión, los dibujos relatan, muestran el camión, las compradoras y a Andy Warhol mismo vendiéndoles.

OBRAS

SOPA CAMPBELL
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Autor: Andy Warhol
Tipo de obra: Polímero sobre tela

Estilo: Pop - Art

Cronología: 1969

Localización geográfica:

 Colección Particular EE. UU.
Descripción y análisis de la obra:
A finales de los años cincuenta y durante la década siguiente, fueron varios los aristas que insertaron en sus cuadros objetos de consumo cotidiano, corrientes y vulgares, algunos de mal gusto (kitsch). Crearon una nueva iconologia, amplísima y heterogénea, que abarca desde una gallina disecada hasta el mito de Marilyn Monroe. Pasando por las botellas de Coca-Cola- una cama, los cómics o anuncios publicitarios. Esta nueva figuración rompía con el modo de hacer del informalismo, movimiento dominante en Norteamérica y Europa en los años cincuenta.
Su éxito erigió a los Estados Unidos como líder en el campo de las artes visuales. Su recuperación de objetos triviales, intranscendentes y antitéticos la vinculó al dadaísmo de Duchamp («ready-made»), pintor considerado como antiartista.
La lata de sopa Campbell es una de las imágenes más reconocidas por cualquier americano, algo tan vulgar, como pueden ser en nuestra sociedad, los Chupa- Chups, los envases de Cola-Cao o las latas de anchoas. El envase es presentado frontalmente para que sea bien visible el logotipo de su empresa. La obra sugiere una uniformidad mecánica que se repite en los miles de casas que tienen un objeto similar, una representación banal y cotidiana del espíritu de nuestro tiempo. La apariencia similar al dibujo de reproducciones publicitarias, incluso de apariencias fotográficas no molestan al pintor, que pretende provocar e incluso ridiculizar la sociedad de consumo americana.
Los representantes puros del Pop- Art –descubiertos por Leo Castelli- restan fuerza al nihilismo dadaísta y afirman el arte de la vulgaridad. «para borrar la frontera entre el arte y la vida». Artdy Warhol, hombre polifacético, fue en sus inicios publicista, ilustrador y decorador, experimentando también con la corriente informal. Pintor y realizador de films underground, es sobre todo conocido por sus series de serigrafias, repetición a través de cambios de color del bote de la sopa Campbell, del estropajo Brillo, del rostro de Marilyn Monroe, de Elvis Presley o de J.F. Kennedy. Hace un trabajo gráfico y, como Roy Lichtenstein, es también un técnico de la información: «Cuando vemos varias veces seguidas una fotografia macabra, acaba por no producimos ningún efecto». Así, en su obra el eje vertebrador es la obsolescencia, lo efímero, como la imagen-noticia se diluye en la psicologia de los mass-media.

Warhol rechaza el modo de vida noaeamericano, esteriotipado y angustiado, estimulado a partir de eslógans visuales. En la sociedad de consumo, las cosas-objeto se han convenido en protagonistas, mientras que las personas sufren una progresiva deshumanización.

Aspectos técnicos y estilísticos:
Los artistas del Pop- Art plasman en sus cuadros estos objetos devoradores de la individualiclad. Evidencian el problema de la incomunicación en la socieclad tecnológica desarrollada y la falta de conciencia en el entramado social. En sus composiciones domina la reiteración compulsiva de la imagen. En algunas escenas de gran violencia, denuncian el malestar de la sociedad actual.
Al plasmar mitos sociales, desmitifican tanto la civilización postindustrial, pragmática y opulenta, como la tradicional obra de arte, cuyo contenido ahora es fácil y trivial. El arte también se consume. No se trata de un arte original ni revolucionario. Los cuadros resultan frios, distantes y muestran la no creatividad de la masa, aglomerada en las ciudades. Es un arte asimilado por la sociedad y por quien la domina.

EL LEGADO DE ANDY WARHOL

La influencia de Warhol en la cultura del siglo XX es innegable. Desde su atalaya de gurú del Pop Art, el artista norteamericano de origen europeo, rompió los esquemas de una sociedad que necesitaba la creatividad para salir del encorsetamiento al que se había visto sometida antes de la década de los 60.
Este ilustrador alcanzó una notoriedad quasi divina entre los artistas y la jet set de su época, conviertiéndose en adalid de la modernidad y transgresor de lo convencional. Su dominio absoluto de los medios y su papel de intermediario entre personajes de todo tipo y condición le catapultó a los primeros planos de la escena cultural de su época.
Andrew Warhola, que así se llamaba el polémico artista, era hijo de inmigrantes eslovacos y estudiante de Arte Comercial. Su despegue se produjo en los años 60, cuando empezó a pintar «productos icónos» de todo tipo: Cocacola, sopas Campbell, Elizabeth Taylor o su popularísima versión de Marilyn Monroe.
Fue entonces cuando fundó la «Factory», su famoso estudio que además sirvió de punto de encuentro para toda la vanguardia neoyorquina y que cambió varias veces de emplazamiento, aunque siempre dentro de «La Gran Manzana».
Fue víctima de varios atentados, aunque finalmente murió en 1987 tras una operación de vesícula. Después de su muerte, el mundo no ha dejado de organizar retrospectivas sobre su vida y su obra.
En la actualidad, su producción (pinturas, fotografías, ilustraciones, películas…) se encuentran repartidas entre el Museo Andy Warhol de Pittsburgh, en Pensilvania; la Warhol Foundation, de New York; y el Andy Warhol Museum of Modern Art de Medzilaborce, en Eslovaquia.

Andy Warhol y su muerte como situación embarazosa

El gran artista del pop, que falleció hace 30 años, fue la conciencia misma de lo contemporáneo, el vértigo de la reproducción infinita que ni la muerte detiene.


Autorretrato de Warhol con una Polaroid, que saldrá a subasta.

“Nunca he entendido porque al morir no desaparecemos y todo sigue igual que antes sólo que nos estamos ahí.” Escribe Andy Warhol en América , un texto elocuente aparecido en octubre de 1985, relato deslumbrante en su forma de abordar ideas trascendentales de lo contemporáneo tras un estilo aséptico, casi frívolo a ratos. La muerte es descrita en estas páginas como una situación embarazosa porque alguien debe hacerse cargo de todos los detalles -el cuerpo, organizar el entierro, elegir el ataúd, el funeral, el cementerio, la ropa, buscar a la persona que se encargue del arreglo y del maquillaje. “Te gustaría ayudar y hasta te gustaría ocuparte en persona de la mayoría de las cosas, pero estás muerto y no puedes. El caso es que te has pasado la vida tratando de ganar el suficiente dinero para cuidar de ti mismo y no molestar a nadie con tus problemas y al final acabas echando el peor problema a la espalda de otra persona.”
Eso mismo ocurría el día 22 de febrero de 1987. Warhol se moría en un hospital neoyorquino después de una operación rutinaria y su familia tenía que ocuparse de los molestos detalles que genera la muerte y hasta de interponer una demanda por negligencia. Había muerto de una forma tonta precisamente él, testigo superviviente de su primera y espectacular muerte tras el ataque de Valerie Solanas en 1968 –porque tenía demasiado poder sobre ella y del que sólo guardó las cicatrices que muestra en la foto de Avedon-; incapaz de decidirse a morir ese día porque no hubiera soportado una muerte de segunda plana en el momento del asesinato del senador Kennedy. Nunca se arrepintió lo bastante de no haber muerto entonces: “Si hubiera muerto ese día hoy sería una figura de culto”.
Tal vez por haber sentido sobre el cuello el aliento, gélido y trascendental, de la muerte cuando viene por nosotros, Warhol siempre la trató de mantenerla a raya, exorcizada en sus escritos y hasta en unos autorretratos que, al cumplir los cincuenta, eran desbordados entre una calavera –por si acaso. O incluso aparente repetición de poderosas sombras que, como un juego de vanitas, nos recuerdan a cada paso cómo, por mucho que nos empeñemos en lo contrario, al dejar este mundo alguien deberá ocuparse de los cabos sueltos que van quedando cuando desaparecemos. Y en el caso de Warhol los cabos fueron muchos: subastar su colección inmensa, hacer visitas guiadas por su mansión vacía, pelearse por la herencia y rapiñar objetos incluso –dicen las peores lenguas. Más aún: abrir las infinitas cápsulas de tiempo -cajas donde iba guardando y lacrando los retales de su vida- conservadas en su museo de Pittsburg, que añadían trabajos extra al irremediable tras el tránsito: deshacerse del cuerpo. Al final sí quería trascender.
Por eso la muerte misma de Warhol resulta tan significativa treinta años después. Porque Warhol que, según Glenn O'Brien hizo cuadros, dibujos, esculturas y películas; que escribió una obra de teatro, una novela e ilustró un libro de cocina; que actuó en películas, un night club, creó una revista, dirigió anuncios para la televisión y apareció en ellos; que fue modelo y el manager de Velvet Underground, dictando modas y exclusiones desde The Factory – el universo paralelo donde creaba un mundo a su imagen y semejanza-, fue mucho más que el inventor del artista como performer. Mucho más que el artista conceptual que se parapetó tras la pintura de corte –o todo lo contrario- y mucho más que un bluff, un delincuente y un millonario y una nariz mal operada y una lata de sopa Campbell o un rostro de Monroe que parecen repetirse aunque no haya dos iguales. Warhol fue la conciencia misma de lo contemporáneo, el vértigo de la reproducción infinita que ni muerte detiene, aunque la fragilice y la haga más grave.


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